martes, 27 de noviembre de 2018

¡Sorpresa!

De la nada,
él se coló por mi ventana.
Creí haberla sellado bien,
pero claramente me equivoqué.

Poco a poco fue haciéndose el lugar
en mi vida, en mi corazón.

Llegó con ganas de curarme,
de coser mis viejas heridas
y ayudarme a florecer.

Poco a poco fue sonriendo y encandilandome.

Me tire sin dudarlo
a un mar desconocido.
"No sé nadar" dije
y él me sujetó fuerte la mano.