Y bueno, todo surge en la clase de taller de expresión I, donde la profesora nos pide que digamos porque escribimos. Y esa pregunta quedo en mi mente rebotando de un lado a otro. ¿Por qué escribo?
Todo comenzó hace años ya, cuando tenía unos 10 años, comencé con intento de canciones (como niña soñaba con ser una estrella de pop/rock), luego fueron cuentos, luego fueron relatos, luego poesías, luego describir el mundo. Todo brotaba de mi, cada palabra, cada coma, cada rima, cada metáfora, todo era real en mi cuerpo, en mi alma, en mi mente, en mi mundo.
Como en todo tuve épocas de escribir, escribir, escribir; y otras épocas donde a penas escribo.
Escribo porque expreso en palabras lo que siento, lo que pienso, lo que quiero. Escribo porque me es más fácil decirlo en palabras escritas que en palabras oratorias. Escribo porque es parte de mi. Escribo porque vivo. Escribo porque en mis escrituras puedo jugar a ser algo que no soy, puedo hacer cosas que no hago, puedo ser mujer, puedo ser hombre. Escribo porque puedo crear. Escribo porque puedo construir. Escribo porque me hace mejor persona. Escribo por mil razones que no sé, pero que las siento. Escribo, porque en fin, es parte de mi y eso me hace feliz.
